viernes, 1 de agosto de 2014

Cesáreo Rivera (n. 1940)

 
Cesáreo Rivera Pérez nació el 9 de marzo de 1940 en Carballiño (Ourense)En la villa ourensana de Carballiño, en el equipo del Sporting se inició en la práctica del fútbol. Luego perteneció al equipo juvenil del Santiago, donde mostró cualidades y aptitudes que motivaron su encuadramiento en el Club Deportivo Ourense, que militaba en Tercera División. Fue en este equipo donde se confirmó la valía de Rivera como delantero, y desde que comenzó a brillar en el Ourense, el Celta puso en juego todo su arsenal de recursos para incorporar a Rivera a su alineación.

Como las ofertas económicas de los vigueses no convencían a los directivos ourensanistas, se intentó llegar con la amistad a donde no se llega con el dinero y les cedieron por un año al defensa Antón Las Heras. También Rivera puso todo de su parte, pero dejó indiferentes a los directivos ourensanos cuando les habló del color que tenían las ilusiones de su infancia. Al final, el Ourense hizo el negocio de su historia traspasando a un jugador de sangre celeste por una cifra que el Sevilla pudo pagar.
Hubo que esperar cinco largos años de magia en el Sánchez Pizjuán para comprobar que se vuelve siempre al primer amor. Nada importó que el Celta cumpliese su séptima temporada en Segunda ni que clubes como el Atlético de Madrid le hiciesen mejores ofertas, porque en el verano de 1965 Rivera fichó por el Celta de Vigo.
 
Por eso, tras conocer la gloria en el Sevilla, llegó justo a tiempo para que el Celta retornase a la Primera División; consiguiese la permanencia en Riazor lanzando Rivera una falta de forma magistral que enviaba además al Coruña a Segunda; y para conseguir en 1971 la quimera de que el equipo más pobre de la Liga jugase la UEFA bajo el reinado de su brazalete.

Los aficionados de la época consideraban a este jugador un prodigio en la conducción del ataque, un maestro en la ejecución de las faltas y algunas veces un centrocampista de insultante calidad.

Durante los años que el Celta disfrutó de Rivera, el carballinés, se convirtió en un jugador muy rentable, haciendo baratos los dos millones que el Celta pagó al Sevilla por su traspaso.
Rentable, como en la campaña 1967-68, en la que disputó los treinta partidos completos de la liga. Ni una lesión, ni una gripe, el centrocampista goleador, que junto a Abel consiguió el pichichi de segunda división, fue un ejemplo para sus compañeros.

Tras siete años en el Celta, con 32 años, decide abandonar el futbol, tras haber cumplido uno de sus sueños de niño, vestir la camiseta del Real Club Celta. Y no solo la vistió, sino que llegó a ser uno de los más grandes futbolistas que la han vestido.

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