lunes, 11 de enero de 2016

José Antonio Urtiaga (n. 1942)

  
José Antonio Urtiaga Albizu es un exfutbolista guipuzcoano nacido en Eibar el 17 de octubre de 1942. Comienza su trayectoria deportiva en el juvenil del Eibar, donde destaca ya, por lo que es llamado para formar parte de la selección guipuzcoana juvenil, con la que consigue el Campeonato de España. Al ser observadas sus excelentes maneras como futbolista es llamado por el Valencia. Cedido durante dos temporadas al Mestalla, pasa definitivamente al Valencia al finalizar la temporada de 1961-62. En su puesto de delantero centro, su fútbol incisivo y rápido le confirma como uno de los delanteros de más valía, por lo que sus servicios son requeridos por el Atlético de Madrid. Tras su paso por el equipo de la capital de España, llega el momento de su fichaje por la Real Sociedad, donde permanece 5 temporadas, siendo desestimados sus servicios al finalizar la de 1972-73.

l eibarrés José Antonio Urtiaga, pescado para el Mestalla como internacional juvenil, pasó cuatro temporadas en el primer equipo entrenando y saliendo del 11 como una promesa mantenida que nunca terminaba de explotar. Era un delantero alto y ojeroso, frío y delgado como un chuzo, que parecía apático y adolecía de horror al contacto, pero siempre estaba donde debia y marcaba goles con la mayor facilidad. Inteligente en el juego entre líneas, daba la imagen de individualista porque retenía la pelota hasta asegurar su destino. - See more at: http://www.ciberche.net/histoche/jugador?player=346#sthash.7KVxrseu.dpuf
El eibarrés José Antonio Urtiaga, pescado para el Mestalla como internacional juvenil, pasó cuatro temporadas en el primer equipo entrenando y saliendo del 11 como una promesa mantenida que nunca terminaba de explotar. Era un delantero alto y ojeroso, frío y delgado como un chuzo, que parecía apático y adolecía de horror al contacto, pero siempre estaba donde debia y marcaba goles con la mayor facilidad. Inteligente en el juego entre líneas, daba la imagen de individualista porque retenía la pelota hasta asegurar su destino.

La concurrencia de Waldo le colocó de interior y falso extremo. Estuvo en ocasiones importantes, incluidas las finales de la Copa de Ferias contra Zagreb y Zaragoza, pero no cuajó en la titularidad. Requerido por el Atlético de Madrid con éxito mediano y permutado después con el portero Zubiarrain, transformó sus cualidades durante su larga estancia en la Real Sociedad y acabó por ser un interior experto, alimentador de la delantera, fácil por alto y especialmente ducho en el juego sobre barro, hasta su retirada un tanto prematura en 1973.
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El eibarrés José Antonio Urtiaga, pescado para el Mestalla como internacional juvenil, pasó cuatro temporadas en el primer equipo entrenando y saliendo del 11 como una promesa mantenida que nunca terminaba de explotar. Era un delantero alto y ojeroso, frío y delgado como un chuzo, que parecía apático y adolecía de horror al contacto, pero siempre estaba donde debia y marcaba goles con la mayor facilidad. Inteligente en el juego entre líneas, daba la imagen de individualista porque retenía la pelota hasta asegurar su destino.

La concurrencia de Waldo le colocó de interior y falso extremo. Estuvo en ocasiones importantes, incluidas las finales de la Copa de Ferias contra Zagreb y Zaragoza, pero no cuajó en la titularidad. Requerido por el Atlético de Madrid con éxito mediano y permutado después con el portero Zubiarrain, transformó sus cualidades durante su larga estancia en la Real Sociedad y acabó por ser un interior experto, alimentador de la delantera, fácil por alto y especialmente ducho en el juego sobre barro, hasta su retirada un tanto prematura en 1973.
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El eibarrés José Antonio Urtiaga, pescado para el Mestalla como internacional juvenil, pasó cuatro temporadas en el primer equipo entrenando y saliendo del 11 como una promesa mantenida que nunca terminaba de explotar. Era un delantero alto y ojeroso, frío y delgado como un chuzo, que parecía apático y adolecía de horror al contacto, pero siempre estaba donde debia y marcaba goles con la mayor facilidad. Inteligente en el juego entre líneas, daba la imagen de individualista porque retenía la pelota hasta asegurar su destino.

La concurrencia de Waldo le colocó de interior y falso extremo. Estuvo en ocasiones importantes, incluidas las finales de la Copa de Ferias contra Zagreb y Zaragoza, pero no cuajó en la titularidad. Requerido por el Atlético de Madrid con éxito mediano y permutado después con el portero Zubiarrain, transformó sus cualidades durante su larga estancia en la Real Sociedad y acabó por ser un interior experto, alimentador de la delantera, fácil por alto y especialmente ducho en el juego sobre barro, hasta su retirada un tanto prematura en 1973.
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