La familia Quincoces traslada su residencia a Vitoria por motivos familiares. Este hecho va a significar, a la larga, algo muy importante en la carrera de jacinto. Con trece años es llamado por el primer equipo de la capital vitoriana, el Alavés, para jugar un encuentro frente a Osasuna de Pamplona. Quincoces se embolsa ¡veinticinco pesetas de prima! Este es todo el beneficio que saca de la experiencia, frustrándose sus aspiraciones de quedar enrolado en el equipo vitoriano. Desilusionado, decide regresar a Baracaldo, donde juega una serie de partidos con el primer equipo, que no fructifican debido a la corta edad del jugador.
Quincoces no se desanima y accede a seguir su carrera en el filial, el Desierto, donde empieza a aflorar todo lo que el jugador lleva dentro. Su sobriedad y despejes acrobáticos le hacen adquirir una fama que se extiende por toda la geografía vasca y es el Alavés quien, tras varios tiras y aflojas, se hace con los servicios del jugador en la temporada 1925-26, siete años después de aquella primera prueba. A partir de este momento, el equipo vitoriano da un giro de ciento ochenta grados en su trayectoria y lo que antes eran derrotas se transforman en éxitos. Exitos que por extensión redundarían en beneficio de sus jugadores y, en especial, de Jacinto Quincoces.
Corría el año 1931 cuando Jacinto Quincoces obtiene el premio a su valía deportiva: fichar por el Real Madrid. Junto a él viene su inseparable amigo y compañero Ciriaco. Ambos, con el mítico Zamora, formaron una defensa de leyenda: Zamora, Ciriaco Quincoces, que aún hoy es citada como una de las mejores defensas del mundo, modelo de técnica y fuerza.
El primer año como jugador madridista no puede ser más fructífero, tanto para Quincoces como para el Real Madrid. El equipo blanco obtiene el Campeonato de Liga sin perder ni un solo partido, en dura pugna con el Athletic de Bilbao, que se resolvió en las dos últimas jornadas. No sería éste el único galardón que obtendría en su paso por el Real Madrid. Al año siguiente, temporada 1932-33, el Madrid se alzaría nuevamente con el título de Liga, otro galardón más para añadir al historial del bravo defensa baracaldés. En la Copa de España, el Madrid lograría el subcampeonato.
En la siguiente temporada sería a la inversa. Los blancos, con Quincoces plenamente integrado, quedarían campeones de Copa y segundos en el torneo liguero. Dos subcampeonatos ligueros más consecutivos dieron paso a la primera final de Copa entre el Real Madrid y el Barcelona, el 21 de julio de 1936. El Madrid se proclamó campeón del torneo (2-1), en un intenso encuentro disputado en Mestalla y en el que Quincoces se alzó como un valladar inexpugnable. El Real Madrid presentó el siguiente equipo: Zamora; Ciriaco, Quincoces; Pedro Regueiro, Bonet, Sauto; Eugenio, Luis Regueiro, Sañudo, Lecue y Emilín.
Ciriaco, Zamora y Quincoces
Los medios económicos eran escasos y, por lo que concierne al Real Madrid sólo cuatro hombres quedaban en activo en relación con el equipo que ganó la Copa de España en junio de 1936: Sauto, Bonet, Lecue y… Quincoces. Es resto había decidido retirarse o se encontraban exiliados.
Jacinto Quincoces piensa en la retirada. Tiene 34 años y el largo paréntesis de la guerra parecía un hándicap insuperable. Sin embargo, prolongaría su carrera deportiva hasta 1942. En esa fecha y tras un encuentro disputado en Chamartín frente al Sevilla, Quincoces tomó la decisión de abandonar la carrera futbolística. El 8 de diciembre el Real Madrid le tributa un merecido homenaje que reporta al jugador la cantidad de 150.000 pesetas y el aplauso y cariño de toda la afición española.
Quincoces como entrenador del Valencia (en el centro)
Tras su retirada, Quincoces optó por seguir vinculado al mundo del fútbol. Se hizo entrenador y debutó en el Zaragoza. Tras un par de temporadas en el conjunto maño, es nombrado seleccionador nacional en 1945. Después entrenó al Real Madrid, ganando la Liga 1945-46. Jacinto Quincoces falleció el 10 de mayo de 1997, cercano a cumplir 92 años de edad, en Valencia.
Su sobriedad y despejes acrobáticos le hicieron adquirir fama mundial. Junto a Zamora, Ciriaco y Quincoces formaron una defensa de leyenda, que aún hoy es citada como una de las mejores defensas del mundo, modelo de técnica y fuerza.
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